miércoles, 14 de mayo de 2008

Adios a Roberto Di Chiara

CUANDO UN AMIGO SE VA, ES VERDAD QUE QUEDA UN ESPACIO VACÍO
Por Oscar Baró

Me hubiese gustado desarrollar otro tipo de tema. Algo relacionado con la realidad que nos angustia a todos los argentinos... pero hubiese sido imposible sustraerme a una dolorosa realidad que hoy, me golpea.
La vida es una sucesión de hechos, acontecimientos y experiencias que van formando nuestra propia historia. Historia de la que participan relaciones personales directas y otras que uno va sumando a lo largo del camino.
¿Cómo se puede medir la verdadera amistad y la autenticidad de los sentimientos?, ello es imposible. Hoy recibí la noticia de la partida física de un Gran Amigo –así con mayúsculas-, un gran periodista, archivistas, historiador e investigador.
Roberto Di Chiara, luego de sufrir una larga enfermedad, ha partido en búsqueda de nuevas opciones. Su viaje, ineludible y prolongado, estará enmarcado por la presencia de todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerlo.
En mi caso, la amistad, data desde 1960 cuando juntos compartíamos la misma inquietud dentro de los scout. Él desde la agrupación Coronel Pringles y en mi caso a partir de la fundación de la primera agrupación de Florencio Varela, la San Juan Bautista.
Su dinamismo, innato, lo llevó a recorrer muchos países. Su trabajo señaló un antes y un después. Siempre dispuesto a colaborar con los colegas, tuvo momentos duros causados por la intemperancia y la ignorancia de aquellos que, por el sólo hecho de estar en un medio de comunicación, creen que ya son periodistas.
Ante un imprevisto… de esta naturaleza… personalmente creo que nadie puede estar preparado para aceptarlo. A pesar de conocer su existencia, siempre cuesta mucho aceptar la llegada de la muerte de alguien querido y respetado.
Su personalidad, como nos sucede a todos nosotros, le produjo amigos y enemigos. En el caso de Roberto los guarismos de los primeros superan a los segundos. La vorágine en que se mueve el mundo nos lleva a seguir adelante. Todo gira de manera tan vertiginosa que las figuras humanas se desvanecen ante la triste mirada de cada uno. A pesar de ello resulta imposible no recordar a quien siempre se brindó.
Quizás esperaba que, este desenlace, se produjera en cualquier momento. No obstante siempre se abriga la esperanza de una recuperación, un nuevo café compartido, una llamada telefónica, el diálogo franco y sincero que era la constante. Un teléfono que no suena, un mail que no llega, una taza vacía, una silla desdibujada y una lágrima que va rodando por el rostro.
En Florencio Varela fue uno de los tantos desconocidos para las autoridades que jamás lo tuvieron presente. Laten en mi corazón sus palabras “Cachito, el primer premio que recibo en Florencio Varela es el Nomen Munay, te estoy muy agradecido”. Socio Honorario del Círculo de Prensa, nominación que de manera incomprensible fue resistida y hasta rechazada por los ineptos de siempre. Quizás hoy hagan algún tipo de comentario recordatorio a su figura y su trabajo. Pero esto no sirve de nada. Los reconocimientos hay que hacerlos en vida de la persona y no luego de su fallecimiento.
Querido amigo, mi corazón se entristece con tu partida, pero me queda el consuelo que la fe del reencuentro, cuando Dios lo disponga, me deja abierta la esperanza que nos volveremos a ver. Será muy difícil poder olvidarte. Fue mucho lo que me diste y aprendí a tu lado. Agradezco tu reconocimiento como periodista, pero lo más importante es el lugar que me diste en tu corazón como ser humano.
Roberto espero que hayas encontrado la paz de tu alma ya que seguirás viviendo en cada uno de tus seres queridos y amigos.
Que Dios te bendiga y reciba.

De la web: http://www.nomenmunay.com.ar/

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