¿Por qué siempre los jóvenes tienen que pagar con sus vidas los errores de los adultos?.
Permítanme contarles lo que siento y creo. Hace tiempo escucho a muchos vecinos reclamar con desesperación que se castigue a los delincuentes y si son jóvenes no les importa porque al fin y al cabo son delincuentes igual. Estos vecinos no distinguen diferencias entre un adulto y un niño que delinque, piden bajar la edad de imputabilidad como sea porque quieren sentirse seguros.
¿Por qué siempre los jóvenes -y ahora también los niños- tienen que pagar con sus vidas los errores de los adultos?.
A su humilde entender, los vecinos sienten que los jóvenes que viven en la miseria, el hambre, que consumen paco o pasta base, que perdieron interés por la escuela, que no quieren trabajar por dos mangos, el Estado debería enviarlos a prisión como sea, y si son cárceles inhumanas mejor para que se pudran allí, porque ya no importa si más del 70 por ciento de los presos aún no recibieron sentencia. Porque estos vecinos se indignan porque el Estado gasta dinero para garantizar que el sistema de justicia contemple sus derecho de defensa… total y al cabo son delincuentes y las pruebas están a la vista!.
Todos nos espantamos al ver en televisión las fotos de estos chicos portando armas, jugando al lejano oeste para mostrar el poder que tienen, un poder que el ciudadano de bien no ejerce, porque no necesita robar para recordarnos que es sujeto en esta sociedad.
Estos vecinos honrados no ignoran que las armas son una mercancía, que aquello que roban se reduce y revende, que la delincuencia es en sí un negocio que emplea voluntades, muchas voluntades de todos lados, del lado del que comete el atraco, del lado del que persigue al ladrón, del lado del que pide más seguridad, del lado del que espera un caso para demandar a la justicia, del lado del que administra la justicia, todos participan en un circuito que degenera la condición humana.
¿No podemos acaso como sociedad generar la capacidad de involucrar a toda esta masa de gente en otro tipo de interacción social basada en el bien común?
Estos vecinos de los que hablo han tomado los pañuelos de las Madres de Plaza de mayo, un símbolo de la lucha por la verdad y la justicia, y lo tiñeron de negro para mostrarse como defensores. ¿De qué?
En vez de gritar “Ni un Pibe Más !”, van otra vez por ellos. Votaron al neoliberalismo, creen que a la sociedad la regula un mercado todopoderoso y que el dinero y la propiedad privada valen más que la vida.
Todos los años, por la misma época, los veo venir. A merced de la TV piden como autómatas más presupuesto de seguridad para contrarrestar los delitos que les generan conmoción, una conmoción que no es la misma cuando ven cientos de familias escalar las montañas de escombros en los basurales del CEAMSE para rapiñar algo que les permita subsistir.
No puedo dejar de pensar en esta ecuación: más delitos violentos = más conmoción social = más presupuesto de seguridad = saturación del sistema judicial = más errores y excesos de la policía = menos derechos para todos.
Como ustedes sabrán, mi hija Natalia de 15 años fue brutalmente asesinada por policías en Miramar. Estos seres perversos se creyeron impunes de violar y torturar hasta la muerte a una niña gracias al poder que les confirió una sociedad que reclamó mano dura para meter bala a los delincuentes.
Desde el dolor que nos toca transitar con la perdida de cada uno de nuestros seres queridos, sólo pido que seamos concientes que los cretinos están ahí, especulan y operan. Lo hacen para reclamar ascensos en la policía, para promocionar su actuación política o judicial, para vendernos “seguridad”. No nos dejemos engañar. La solución es más educación, trabajo, solidaridad e inclusión social.
GUSTAVO MELMANN Y TODA LA FAMILIA DE NATALIA.www.casomelmann.org.ar
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